27 julio 2018

Mi epitafio

Siempre estoy
en el andén.
Un día bajaras
del vagón,
no tendré flores
o una tarjeta
village.

Quizás viejo,
solitario
con un mate
un bastón
pero erguido.
Espere consecuente,
marchando en las calles
junto a los estudiantes,
por los desaparecidos,
por los sin casa,
por las mujeres
maltratadas.
Por un gato
tirado moribundo
en la miseria humana.
Por un manzano
o un jazmín
donde anida
una pareja
de zorzales.
Quizás mi epitafio
sea: “amo a toda
la humanidad.
Te espero y nunca
llegaste”.
Eras la morena
aceituna
de ojos tristes
y labios sonrientes.
Como tanto dolor
para tu cuerpo
frágil y bello.
Eres mi sombra
detrás del cristal.
Siempre escribo
en las esquinas
es otro anden
de besos furtivos.
El beso del amante
la despedida
o el encuentro
como dijo Cardenal
otros leerán
mis poemas
y estaré alegre,
se los leerán
a sus amantes
y novias.
Hable muchas
veces desde
este lado
femenino de mi ser
para no dañar
tus besos
o tu caminar.
Pero son siglos
en mi cuerpo
de patriarcado.
Lo intento, siempre,
mis hijos e hija
lo saben.
Escribo, son mis
llantos
mis dolores
mi canto
si así no fuera
estarías leyendo
mi epitafio.