limpian con crema
su cuello
con papel nova
secan el sudor
seboso
del rostro.
En las ropas
ajadas
se huele
la miseria.
Ambos caminan
solos
y e la bolsa
plástica
del supermercado
llevan
los vestidos
de la vida.

Sollosa,
quizás
por hambre
puede también
por miedo
a los otros.
Los otros
nosotros
que evitamos
mirar
su negrura
su olor
a miseria
y damos unos pasos
evitando
los ojos
el contacto
para no ser
cómplices
o damos
unas monedas
para exculpar
nuestra
conciencia
y seguimos
camino al bar
tal ves
lea mis mejores
poemas
sobre la revolución
y nada,
nada
habrá
cambiado
fuera de mis ojos
y simplemente
querré
acostarme contigo
como
si las calles
fueran limpias
y mi cabeza
una mentira
mientras en la
plaza
dos mendigos
escarban
la vida
en un tacho
de basuras.