Hola, Salvador Pastore. Leyendo el poema a Armando Uribe, sentí otra vez esa voz profunda, aquellas frases filosas de sinceridad y también volví a escuchar el sonido del habla antigua, de los viejos como aquel tío bibliómano, en cuya biblioteca sobreviví a una infancia carcelaria. Felicitaciones.
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Hola, Salvador Pastore. Leyendo el poema a Armando Uribe, sentí otra vez esa voz profunda, aquellas frases filosas de sinceridad y también volví a escuchar el sonido del habla antigua, de los viejos como aquel tío bibliómano, en cuya biblioteca sobreviví a una infancia carcelaria.
Felicitaciones.
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